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Década del 30

Entre los acontecimientos mundiales que inciden en este momento, debe mencionarse la Guerra Civil Española. Se tenía conciencia de que allí se jugaba no sólo el destino de un pueblo, sino un problema más abarcador. En 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial y todo el mundo parece desestabilizarse. En el plano nacional, a la segunda presidencia de Yrigoyen, le sigue la "Década Infame", que comienza en 1930 con el golpe de estado del general Uriburu y el saqueo de la casa del caudillo radical, y termina en 1943, con el golpe del general Rawson. Esta fue una época donde se intentó borrar los derechos adquiridos por el pueblo desde 1916. Era el tiempo de una Argentina pobre, silenciosa, desocupada o subempleada. Las creaciones literarias de estos años, son consecuencia del complicado momento histórico que se vivía a nivel mundial y nacional.

El tango en la década del 30

Los dos creadores más representativos de esta época son: Homero Manzi, nacido en Añatuya, Santiago del Estero en 1907, y Enrique Santos Discépolo que abrió sus ojos en el barrio porteño de Once en 1901.

Manzi, desde su compromiso político trabajó por la igualdad de derechos y nos regaló desde su creación poética, un pasado ciudadano hecho recuerdo, siempre presente y perfecto.

Discépolo, se comprometió con la realidad inmediata pero desde su poesía, es el que canta las verdades, es el que denuncia a través de sus versos, transformados en sentencias filosóficas.

Ambos, desde su manera personal de mirar la vida, nos dejaron el retrato de personajes ciudadanos, de calles y barrios porteños, de costumbres y valores, de injusticias y grandezas. En síntesis, la pintura imborrable de una época.

En esa época, ya Carlos Gardel era muy popular y sus tangos se difundían por las radios, en los cabarets del centro de la ciudad tanto como en los bailes populares.

Glosas de presentación del tango "Vuelo hacia la gloria" de Saúl Cosentino que este compositor dedicara a Antoine de Saint-Exupéry

"Vuelo hacia la Gloria" de Cosentino

La noche fue tu lugar
La noche de Armenonville
La música y un puro saboreado lentamente
La calle Florida y el Edificio Guemes,
que fue en Buenos Aires
el nido más alto que pudiste habitar

Pero tu noche, tu verdadera noche,
Cuando te sentías feliz,
Estaba allá arriba, cruzando los vientos.
Para superar la tormenta.
Para alcanzar la calma.
Para encontrar el cielo azul puro.

Y ahí sí, con las manos aferradas al volante
Hasta confundirte en uno solo, avión y hombre,
Hombre y avión, eras vos en plenitud.
Volando para acercar soledades.
Uniendo pueblos distantes.
Regalando ilusiones ante tanta pobreza.

Volando, para sentirte libre,
para contarnos la belleza
de un cielo ancho y luminoso.
que nos hacía olvidar la opresión y el silencio.
Y esa fue tu gloria.
Elevarnos al secreto milenario de la noche,
para comprender que lo esencial
es invisible a los ojos.