Desencuentro porteño
Antoine de Saint-Exupéry llegó a Buenos Aires el 12 de octubre de 1929, luego de una estadía profesional en el Sahara español. Se desempeñaba allí como Jefe de la aeroplaza de Cap-Juby, escala en la línea Toulouse-Dakar, donde los aviones de la Compagnie Générale Aéropostale se detenían para reabastecerse de combustible. También tenía que auxiliar a otros pilotos de la Compañía que caían en manos de los moros disidentes, pues debía negociar con éstos el rescate de sus compañeros. Según sus propias palabras, realizaba una tarea de aviador, explorador y de embajador. En nuestro país se desempeñará como Director de Explotación de la compañía Aeroposta Argentina.
El nombramiento en la Argentina significó para Saint-Exupéry la aceptación de grandes cambios en su vida. Debía trasladarse de continente y permanecer alejado de su familia y de su entorno. En una carta dirigida a una amiga, enviada desde Buenos Aires al poco tiempo de su llegada, le expresa su melancolía: "Es encantador viajar, pero usted no sabe lo que se siente al ir a vivir a otro continente. Uno conserva la idea de volver y de reencontrar todo en su lugar, pero sabe que es imposible. Uno no quiere que la vida se apure tanto y que borre las huellas del pasado tan rápido."
Vista aérea Plaza Congreso 1930.
Cuando estaba en Africa, viajar hasta Francia era realizable. Hacerlo desde aquí, con la periodicidad que hubiera deseado, era prácticamente imposible debido a la enorme distancia que lo separaba de Europa y el tiempo que implicaba su travesía, ya que por aquel entonces el cruce el océano se hacía en barco. Además, debía afrontar un entorno totalmente diferente al de su destino anterior: de la austera soledad en que vivía en el Sahara español, tendría ahora que implantarse en medio de una ciudad cosmopolita.
Es tal vez por estas razones que, una vez instalado en Buenos Aires, le resulta difícil aceptar la gran ciudad. De la "Reina del Plata" dirá:
No tiene gracia habitar en Buenos Aires, es una ciudad lúgubre. Gentes tristes y ni un lugar donde pasear. Los arquitectos volcaron su genio en privarla de todas sus perspectivas (...)
En realidad, las grandes ciudades no eran de su agrado. Aquí repetirá esa preferencia y elegirá las pequeñas concentraciones urbanas del sur a las que define como "extrañas pequeñas ciudades, en chapa ondulada y gente que a fuerza de tener frío y de reunirse alrededor del fuego se han vuelto tan simpáticas"(...)
Además del impacto cultural que significó su traslado desde el Sahara, asumir la designación como Director de Explotación de la Aeroposta Argentina le imponía otro desafío. Veía en este cargo un límite a su espíritu de acción, ya que debería encargarse del aspecto administrativo que no era su especialidad. El 25 de octubre, a trece días de su llegada, escribe a su madre:
Pienso que usted estará contenta, pero yo estoy un poco triste. Amaba mi existencia anterior. Me parece que esto me hace envejecer. Pilotearé, es cierto, pero para inspecciones y reconocimiento de líneas nuevas (...)
Refugios urbanos
No obstante este desencuentro inicial y superado el período de adaptación al nuevo medio, logró crear espacios para que su estadía en la ciudad fuese lo más agradable posible.
Luego de la confidencia hecha a su madre a pocos días de su arribo, le escribe nuevamente el 20 de noviembre, es decir a algo más de un mes de su llegada:
No puedo decirle qué placer me da por usted esta situación (...) No está mal ser Director de una empresa tan grande a los veintinueve años, ¿no es así? (...) Alquilé un pequeño y encantador departamento amueblado (...) Conocí a gente deliciosa, amigos de los Vilmorin. Encontraré otras seguramente que amen la música y los libros y que me consolarán un poco del Sahara (...)
Se puede apreciar en estas palabras, que comienza a adaptarse a su nuevo entorno. En esa misma carta se lee una frase muy corta que será premonitoria: "Me gustaría también casarme"...
Fotografía: © Fundación Saint-Exupéry. Francia>
El Tango
Así lo cita Michel l'Hospice en la biografía novelada "Saint-Exupéry, el paladín del cielo". Cuando Saint-Exupéry estaba en Buenos Aires frecuentaba los cabarets Tabaris y Armenonville. Allí los tangos de 1930 eran interpretados por las orquestas de moda de la época. No sería temerario pensar que Saint-Exupéry hubiera conocido a Carlos Gardel ya que por aquel entonces el cantor ya era muy popular
Es cierto que me gusta el tango argentino. Es una música tan triste...
En su artículo "El destino e Saint-Exupéry se juega en Bastia" nuevamente Michel l'Hospice afirma que Saint-Exupéry declaró "A mí sólo me gusta el tango argentino" en un baile realizado en la base militar el día anterior a su desaparición. Como podemos apreciar, la ciudad había logrado conquistarlo con su música, cuyas notas hubiera deseado escuchar en aquella última noche sobre la tierra.
Fotografía: Cabaret Tabaris
Los camaradas
No estaba solo en la ciudad. En los primeros meses de su estadía, sus queridos colegas de la Aéropostale, Henri Guillaumet y Jean Mermoz, estaban también trabajando en Buenos Aires para la Aeroposta Argentina.
Saint Exupéry con familia Guillaumet en un parque de diversión de Buenos Aires
© Fundación Saint-Exupéry.Francia
El destino había querido que los tres mosqueteros del aire estuvieran de nuevo juntos como al comienzo de su carrera en la ciudad de Toulouse, Francia. Se reunía con ellos frecuentemente y salían a pasear por Buenos Aires. En una foto de la época se ve a Saint-Exupéry con Guillaumet y su esposa subidos a un avión de escenografía pintado en un parque de diversiones de Buenos Aires. La esposa de Guillaumet contó posteriormente que ambos pilotos no se habían animado a subir a un juego que los sacudía fuertemente por considerarlo muy violento.
Durante su estadía compartió con sus compañeros de la Aeroposta momentos profesionales muy intensos. Jean Mermoz, el as de los aires, había logrado la hazaña de atravesar por primera vez el Atlántico en avión, el 12 de mayo de 1930. Hasta ese momento, el cruce del océano se realizaba en barco, lo que atrasaba enormemente la llegada de la correspondencia.
Aeródromo de Gral. Pacheco ,Pcia. de Bs. As.
Campo de operaciones del Aeroposta Argentina
Lamentablemente la celebración de esta hazaña se vio empañada por la desaparición de pilotos colegas en vuelo. La tragedia sucedió dos días antes, el 10 de mayo de 1930.
El jefe los pilotos, Elisée Negrin, y el radiooperador René Prunetta parten hacia Montevideo con dos pasajeros y correo, en plena noche, en medio de un colchón de niebla. Al intentar descender, la niebla impidió ver la costa. El avión roza las aguas con el tren de aterrizaje y se hunde en ellas. El piloto, el radiooperador y un pasajero mueren. Sólo hubo un sobreviviente.
Otra importante experiencia fue la vivida durante los días que duró el rescate de su gran amigo Henri Guillaumet, que había caído en la Cordillera de Los Andes en pleno invierno, abatido por una tempestad. En el capítulo "Cordillera" se encuentra el relato completo de esta vivencia.
Relaciones porteñas
En su artículo del 10 de mayo de 1981 publicado en el diario La Prensa de Buenos Aires, el periodista Antonio Requeni cuenta anécdotas sobre las amistades que cultivó Saint-Exupéry en Buenos Aires. Entre otras la que tuvo con Luis Saslavsky . Se conocieron en una librería de la calle Florida. Saslavsky estaba consultando libros franceses. Saint-Exupéry se acerca y le pregunta quien es, obviamente en francés. Saslasvky le responde "periodista y escritor". Comienza así una relación que durará largo tiempo. En 1934, por ejemplo, Saint-Exupéry recomendó a Saslasvky como asesor a los productores de la Metro Goldwyn Meyer cuando comenzó a filmarse en los Estados Unidos la película Vuelo Nocturno. En 1941, Saslavsky visitará a Saint-Exupéry en Nueva York. Recuerda que por entonces Saint-Exupéry era muy pesimista acerca del desenlace de la guerra. Saslavsky le presenta un día a María Rosa Oliver. Ella lo lleva a la casa de Victoria Ocampo donde almuerzan juntos. Al parecer no hubo acuerdo entre Victoria y Antoine. Cuenta M.R.Oliver que cuando Saint-Exupéry se retiró cortó jazmines del jardín de Victoria para llevárselos a su novia Consuelo. Es también María Rosa Oliver quien recuerda el humor de Saint-Exupéry. En una reunión de disfraz en casa de una familia amiga, el aviador-escritor se presenta vestido de bebé. Saint-Exupéry se retira temprano de esa reunión porque partía con su avión en la madrugada y no podía lógicamente viajar con tal atuendo.
Por su parte su radiooperador, Señor Roberto Pacini, contaba que a "Saintex" le gustaba ir por detrás de alguien que llevara sombrero y se lo movía hasta taparle la cara con las alas. También le divertía realizar trucos con cartas ya que tenía gran habilidad como prestidigitador.
Otras anécdotas las cuenta el señor Gastón Lehmann con el que Saint-Exupéry se veía en reuniones realizadas en la casa del administrador de la Aeroposta, Sr. Paul Dony. Lehmann recuerda que a Saint-Exupéry le divertía improvisar versos humorísticos con ideas que pedía a los asistentes a esas reuniones. Otro compañero de la Aeroposta, Leonardo Selvetti, recordaba que a Saint-Exupéry le gustaba comer bien, "caviar y buenos vinos", y que regresaba a su departamento muy tarde después de haber recorrido los lugares que le interesaban, donde tomaba fotos, las que solía proyectar por la madrugada sobre un telón.
Estas pequeñas anécdotas de la vida cotidiana, nos muestran aspectos menos conocidos del autor del Principito en la ciudad de Buenos Aires.
Amor por los animales
En la vida de Antoine de Saint-Exupéry los animalitos fueron parte de su entorno predilecto: lo fueron desde muy niño y también en plena adultez. Tanto en el Sahara como en Buenos Aires se armó un pequeño zoológico.
Dibujos de animales. © Gallimard.
En uno de sus primeros viajes al sur, captura una pequeña foca que lleva a su departamento en el centro de la ciudad y se lo cuenta a su madre en una carta. La coloca en la bañera y lo transforma en su mascota preferida.
Tenía además un jabalí y un pingüino en el aeródromo de General Pacheco, campo de operaciones de los Aviones de la Aeroposta en las afueras de Buenos Aires. Cuando Saint-Exupéry volvía de sus viajes, los animales lo reconocían y se acercaban a él sin problemas. En una foto tomada en Concordia se ve a Antoine con un hurón en la mano. y al partir de la Argentina se lleva un cachorro de puma.
Más adelante, su esposa Consuelo afirmará en un reportaje que muy a menudo Saint-Exupéry le traía animalitos de regalo (pájaros, monitos, etc.) Este amor por los animales se reflejará años más tarde cuando escriba su libro más célebre, "El Principito", donde les asigna un rol fundamental en la trama del relato.
La literatura
Cuando llega a Buenos Aires, Saint-Exupéry ya había escrito su primer libro, "Correo del Sur". Luego de su publicación, firmó con Gaston Gallimard un contrato para escribir siete novelas.
Al partir de la Argentina llevará en sus valijas el manuscrito completo de la novela Vuelo Nocturno.
Confiteria Munich frente al Río de la Plata (1930)
Lugar donde Saint-Exupéry entregó a su novia Consuelo
el manuscrito de su novela Vuelo Nocturno.
Escribía también un guión para un film, Anne-Marie.
Debido a la complejidad que implicaba controlar más de quince aeródromos en una red aérea tan grande que comprendía rutas a Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil y la Patagonia argentina, solía escribir de noche, encerrado en su departamento. También lo hacía en las escalas de la línea cuando debía pernoctar en ellas.
De todas formas, su tendencia al insomnio le permitía permanecer despierto largas horas que eran empleadas en crear las tramas de sus escritos. Poseía gran resistencia, ya que muchas veces debió salir en vuelo a la madrugada casi sin dormir. Esta capacidad, hizo exclamar alguna vez a Guillaumet: "¿Cuándo duerme el fenómeno?"
Anécdota futbolística
Antoine de Saint-Exupéry fue contratado por un grupo de médicos argentinos para que los llevara en avión hasta Montevideo, a presenciar la final del campeonato mundial de fútbol de 1930 que se disputó entre los equipos de la Argentina y Uruguay. El equipo argentino pierde el partido. Con la amargura de la derrota los médicos deciden no volver en avión y lo hacen en barco. Saint-Exupéry regresa a nuestro país llevando a bordo al Ingeniero Piacenza, pionero de la aviación comercial en Uruguay.
Hacia el amor...
Los argentinos aprecian al organizador de una red aérea modelo y las argentinas se enloquecen con este francés tan distinguido...
Así lo afirma Michel L'Hospice en la biografía de Saint-Exupéry.
No resulta difícil imaginar la atracción que este joven directivo francés de 29 años ejercía sobre las mujeres porteñas. Era aviador, profesión nada común por aquel entonces; era joven, era extranjero y además, con un importante puesto gerencial que le permitía vivir holgadamente. Soltero y sin compromisos sentimentales, no se puede decir que en las noches, cuando su creación literaria y su tarea de Director lo dejaban libres, no encontrara alguna compañía femenina que lo consolara de vivir en esta "ciudad tan lúgubre", como le comentara a su madre ... La fama de los pilotos franceses atraía a muchas admiradoras, como es natural...
Es entonces cuando en este horizonte libre de amor, aparece Consuelo...
Amor-pasión
Sus amigos más íntimos se habían casado durante su estadía en la Argentina: Mermoz, en Francia con una joven de Bahía Blanca y Guillaumet, en Buenos Aires con una joven francesa y Saint-Exupéry como testigo. Tenía 30 años. Se sentía solo y deseaba encontrar una mujer para compartir su vida y olvidar de este modo antiguos desencuentros amorosos. Además, veía que su situación económica era actualmente estable y ello le permitía elaborar un proyecto de pareja.
Llega entonces Consuelo Suncin de Sandoval...
Consuelo Suncin. © Museo Air France
Era salvadoreña, pintora y escultora, muy joven y bonita. Era viuda del escritor Enrique Gómez Carrillo, amigo personal del presidente argentino Hipólito Yrigoyen. Había llegado a Buenos Aires para hacerse acreditar una pensión.
El barco había conocido a Benjamin Crémieux quien viajaba hacia la capital Argentina para pronunciar una serie de conferencias. Benjamin Crémieux y Saint-Exupéry se conocían. Eran miembros de la Nouvelle Revue Française. En una de esas conferencias, Crémieux presenta Consuelo a Saint-Exupéry. Corría el mes de septiembre de 1930...
"El oso y el pájaro de las islas", es el título de un reportaje publicado en la revista Icare 71. Allí, Consuelo cuenta que en un primer momento Antoine se sorprende de su pequeña estatura y se lo dice a Crémieux. Ella lo escucha y comienza a retirarse, un tanto ofendida. Entonces Saint-Exupéry corre a retenerla del brazo y le dice: Pero, ¡no se va a ir! Sabe? Soy un oso grande, ¿no quisiera domesticarme usted? La historia continúa con una invitación de Antoine a volar sobre Buenos Aires, que Consuelo acepta pero acompañada por unos amigos. Cuando están en el aire, imprevistamente, Antoine le pide un beso. La joven se sorprende y no acepta. Sé por qué no quiere besarme, soy demasiado feo, le dice Antoine con los ojos llenos de lágrimas. Unos segundos después, Consuelo escucha que el motor deja de funcionar y a Antoine que exclama: Bueno, ya que usted no quiere besarme nos hundiremos en el Rio de la Plata y nos ahogaremos. Consuelo ve con horror que el avión pierde altura y que, efectivamente, se enfila hacia el rio en caída libre. Entonces, nerviosa, emocionada, confundida, Consuelo deja un beso en su mejilla y a partir de entonces nace la pasión entre aquellos dos jóvenes, volando sobre el cielo de Buenos Aires. Antoine y Consuelo se casan en Francia en abril de 1931.
El oso grande había sido domesticado por el pájaro de las islas...
La Legión de Honor
El 7 de abril de 1930 Saint-Exupéry recibe las insignias de Caballero de la Legión de Honor en los salones de la Embajada de Francia en Buenos Aires.
Estas insignias le fueron acordadas por su brillante actuación en el Sahara español al participar en el rescate de sus camaradas y de pilotos españoles así como por sus buenas relaciones con las autoridades españolas en ese lugar y por el acercamiento logrado con los nativos, que veían un líder en este joven aristócrata.
En un fragmento del decreto oficial se lee: " Piloto de rara audacia, dotado de las más bellas cualidades profesionales... Por su celo, su abnegación, por el noble desinterés al no vacilar en sufrir los rigores del desierto, ha servido grandemente a la causa aeronáutica francesa y ampliamente contribuido al impulso de nuestra aviación comercial, facilitando en particular el desarrollo de la línea Toulouse-Casablanca-Dakar".