La línea al sur
Rufino Luro Cambaceres. Archivo Oscar Rimondi
Al detenerse el avión, descendió de la cabina una persona que no conocíamos. Ancho de espaldas, elevada estatura, sus brazos colgando a lo largo del cuerpo, con un caminar cuya marcha se hacía ondulante, semejante a la de un oso, vimos por primera vez, a quien por sus esfuerzos, capacidad y hombría de bien, quedaría ligado para siempre al éxito de las comunicaciones más australes de la tierra: Antoine de Saint-Exupéry
Con estas palabras, Rufino Luro Cambaceres, pionero de la aviación en Bahía Blanca, relata en su libro "Rumbo 180°" el primer encuentro con Antoine de Saint-Exupéry, ocurrido el 14 de octubre de 1929, en el aeródromo de Harding Green.
Saint-Exupéry venía a reemplazar a Paul Vachet en la dirección de la Aeroposta Argentina. El plan de extensión de la línea aérea al sur quedó entonces bajo su responsabilidad.
Con su adjunto, Bernardo Artigau, y con Luro Cambaceres, Vachet había estudiado la extensión de la primera etapa de esta línea , de Bahía Blanca a Comodoro Rivadavia. La línea al sur era una de las más problemáticas debido a las hostilidades del medio: vientos en superficie a 80 km/h y en altura 160 km/h; en invierno, nieve en las pistas, formación de hielo en el carburador, etc. Artigau se ocupaba de la base de Bahía Blanca y Luro Cambaceres del terreno de San Antonio Oeste, primera escala en la ruta a Comodoro; la siguiente aeroposta fue establecida en la ciudad de Trelew.
Comodoro Rivadavia
Antiguo hangar de Aeroposta, actualmente emplazado
en la Base Aeronaval Comandante Espora,
Bahía Blanca. Archivo Oscar Rimondi
Cuando Saint-Exupéry llegó, faltaban escasos quince días para la inauguración de este tramo. Asiste entonces a los febriles preparativos en la puesta a punto de los últimos detalles. La inauguración oficial se realiza el 1ro. de noviembre con el auspicio del Aeroclub de Bahía Blanca. Además de las autoridades e invitados especiales, se había permitido al público que presenciara el vuelo inaugural. El reluciente avión Laté 25 estaba posado en la pista del aeródromo de Villa Harding Green, que había sido emparejada por el Automóvil Club de Bahía Blanca. Se carga la correspondencia llegada por la mañana desde Buenos Aires en el tren del Ferrocarril Sur. Suben también invitados y periodistas de Bahía Blanca. Saint-Exupéry es el piloto conductor de este vuelo inaugural que parte a las 7.32 . Jean Mermoz, con el avión Laté 28, partirá una hora más tarde con autoridades y periodistas llegados desde Buenos Aires. Hacen escala en Trelew y luego aterrizan en Comodoro Rivadavia.
Detalle del hangar de Bahía Blanca. Archivo Oscar Rimondi
La alegría de los pobladores es indescriptible. Termina así un largo período de aislamiento. Dos veces por semana los aviones de la Aeroposta unirían Bahía Blanca y Comodoro Rivadavia.
Imaginamos también la alegría y satisfacción de Saint-Exupéry, que pudo apreciar personalmente el avance de las comunicaciones que estaba llevando a cabo en nuestro país, la Compañía en la que él se desempeñaba como Director de Explotación. Fue sin duda uno de los móviles que lo impulsó, conjuntamente con otros directivos de la Aeroposta Argentina, a continuar estudiando la extensión de esta línea hasta Río Gallegos
Hacia el segundo tramo
El trabajo de estudio previo de las futuras escalas estuvo a cargo de Rufino Luro Cambaceres. La tarea de Saint-Exupéry consistía en inspeccionar los posibles aeródromos elegidos por su colega argentino, para lo cual realizaba contínuos viajes, ya sea para comprar o arrendar los terrenos donde se instalarían los aeródromos, ya para confeccionar contratos, ya para supervisar el avance de las instalaciones en las escalas, ya para tratar con las autoridades locales los aspectos legales. De diciembre a marzo de 1930 raramente se encontraba en Buenos Aires, debido al seguimiento de la prolongación del segundo tramo de la línea aérea hacia el sur.
Las etapas elegidas fueron: Puerto Deseado, 270 km. más al sur de Comodoro; San Julián à 240 km. al sur de la anterior; Santa Cruz, 90 km. más abajo, y, por último, Río Gallegos, la terminal, a 210 km. más adelante. Los trabajos debían avanzar rápidamente para que el invierno austral no paralizara las obras.
Avión Laté 28 con fuerte viento en Comodoro Rivadavia.
Archivo Oscar Rimondi
Estas vivencias están maravillosamente plasmadas en el libro "Rumbo 180º" de Luro Cambaceres. Entre todos aquellos recuerdos destacamos el relato del aterrizaje y la partida de los aviones en aquellas tierras barridas permanentemente por furiosos vientos. Cuenta Cambaceres que para poder aterrizar debía embestirse el avión de frente con las ráfagas. Una vez en la pista, el carreteo se realizaba con las alas niveladas y la cola del avión bien alta, encajada en un carrito que manejaban varios operarios, mientras que el resto del personal del aeródromo, al que se agregaban según las circunstancias 20 o 30 soldados, trataba de sujetar el avión colocándole una cuerda que se enganchaba en argollas ubicadas ex profeso debajo de las alas. Se iniciaba la marcha hacia el hangar con movimientos zigzagueantes y evitando que el viento lo tomara de costado, lo que significaría, sino el destrozo, por lo menos una seria avería en la estructura del avión.
Para iniciar el vuelo se tomaban las mismas precauciones pero a la inversa: se salía del hangar con el motor en marcha, con la mayoría del personal concentrado en la cola, ya que los vientos castigaban especialmente esta parte, y podrían lograr que el avión capotara antes de haber iniciado el carreteo. En esos días ventosos se iniciaba el vuelo comúnmente casi sin carreteo, ya que el viento arrancaba literalmente el avión del suelo. En tales ocasiones, resultaba imposible retirar las cuerdas, operación que se realizaba en la escala siguiente. La despedida al piloto que debía partir con esas condiciones meteorológicas, se hacía al estilo francés: en lugar de emplear la palabra ¡Suerte!, se estila pronunciar el vocablo ¡Merde! tres veces.
El entrenamiento del personal para realizar aquellas maniobras no fue nada fácil. Se efectuaba en días calmos para evitar el riesgo de accidentes. La regularidad de los servicios dependía en gran medida de la eficiencia de tales maniobras. A lo largo del año 1930 se logró un elevado porcentaje en la regularidad de los vuelos.
Río Gallegos
Río Gallegos - 31 de marzo de 1930.
Archivo Oscar Rimondi
El 31 de marzo de 1930, Saint-Exupéry inaugura los vuelos a Río Gallegos. Traía desde Buenos Aires a autoridades (entre otros, a Marcel Bouilloux Lafont, Presidente de la Compagnie Générale Aéropostale de Francia de la que la Aeroposta Argentina era su filial local), y a periodistas que habían partido desde la Capital el día anterior y pasado la noche en la escala de Trelew.
Aterrizaron en Río Gallegos, donde fueron recibidos por una población enfervorizada: la Patagonia sentía como nunca antes que se integraba definitivamente al resto del país. Una hora más tarde llegaba el avión con la correspondencia desde Comodoro y escalas intermedias, pilotado por Rufino Luro Cambaceres.
Se efectuaron además vuelos de bautismo que ayudaron a vencer los temores naturales que inspiraba la aviación de entonces.
1ro. de noviembre de 1930
Aeródromo Villa Harding Green, con el festival para estudiantes secundarios. 6 de julio de 1930. Archivo Oscar Rimondi
Se festejó el primer año de la extensión de la línea sur desde Bahía Blanca hasta Comodoro Rivadavia. En ese día, Saint-Exupéry pasó revista a las instalaciones de Villa Harding Green en Bahia Blanca, desde su avión Laté 25, al que ha bautizado "Piloto Ficarelli" en homenaje al aviador argentino caído en vuelo.
El balance de su gestión como Director de Explotación que Saint-Exupéry tiene en sus manos es altamente positivo: 644 pasajeros y alrededor de 3400 kg. de correspondencia transportados en 107 vuelos. Además de estas elocuentes cifras, que sólo comprenden el tramo Bahía Blanca-Comodoro Rivadavia, se agregan las experiencias que a nivel profesional y humano le resultarán imborrables: el seminario organizado en Bahía Blanca para alumnos secundarios, con el fin de interiorizarlos en las cuestiones de la incipiente aviación, su lucha como piloto contra los vientos del sur, los vuelos nocturnos, el plan de extensión de la línea, la camaradería de sus colaboradores, los infaltables asados argentinos con que la gente del sur lo agasajaba en cada escala.
¡Cuántos recuerdos desfilando por su mente en aquel día, tres meses antes de su partida definitiva de la Argentina!.
Sus escritos posteriores probarán que no los había olvidado...
La noche, los vientos, el sur y la literatura
El vuelo nocturno que se realizaba en los aviones de la primera época de la aviación, presentaba numerosos riesgos y su realización no fue tarea fácil de instrumentar. El temor natural de los pilotos estaba incrementado por la casi inexistente infraestructura técnica que asegurara un vuelo en mínimas condiciones de seguridad. En un comienzo, se hacía partir a los pilotos poco tiempo antes del amanecer para que se fueran habituando lentamente a esta nueva exigencia.
El vuelo nocturno no se realizaba por deporte. Era un imperativo que las compañías aéreas debían afrontar con el fin de ganar tiempo sobre los otros medios de transporte. En esta competencia muchas vidas desaparecieron.
Algunos años más tarde, descubrí a Jules Verne. Yo debía tener alrededor de diez años. Les Indes Noires, uno de sus libros menos conocidos y considerado generalmente un tanto aburrido, me parecía a mí pleno de majestad y de misterio. Hoy todavía hablo de él, ya que esta obra estaba llamada jugar un papel importante en mi vida. La acción sucede en galerías subterráneas cavadas a millares de pies debajo de la superficie de la tierra, allí donde la luz no penetra jamás. Es totalmente posible que la atmósfera fantástica de ese texto, que se gravó en mi memoria, haya estado en el origen de mi libro Vuelo Nocturno que es también una exploración de las tinieblas.
Antoine de Saint-Exupéry, Escritos de guerra
Saint-Exupéry efectuó en nuestro país numerosos vuelos nocturnos. Aquella obra de Jules Verne sumada a recuerdos personales y sus propias vivencias de piloto en la noche, fueron gestando su segunda novela a la que llamará precisamente "Vuelo nocturno". "Escribo ahora un libro sobre el vuelo nocturno, pero en su sentido íntimo es un libro sobre la noche", le confesaba a su madre en una de las cartas enviadas desde la Argentina.
Su fértil imaginación se veía incentivada por aquella "exploración de las tinieblas" que realizaba durante sus vuelos por la noche. En un primer momento, Saint-Exupéry había comenzado esta novela con un recuerdo de infancia que relataba la llegada de la noche al castillo de su familia en Saint-Maurice-de-Rémens. Este tono intimista fue posteriormente abandonado. Prefirió infundir a su obra un carácter más realista, y la noche relatada en su novela fue la que encontraban los pilotos de entonces: la noche sobre la tierra, como la llamó su biógrafo argentino Luis Rodríguez Aybar. El relato cuenta las peripecias de un piloto que volviendo en vuelo nocturno, desde la Patagonia con el correo del sur, es sorprendido en medio de un colchón de nubes por una tormenta. Con las comunicaciones cortadas debido a las descargas eléctricas y sin referente en la oscuridad, el avión desaparece con su tripulación a bordo. El entorno del paisaje patagónico bajo las influencias de las fuerzas naturales acrecienta la dramaticidad del texto.
En esta novela, Saint-Exupéry plasmó varias de las vivencias personales que experimentó en la Argentina: el encuentro en vuelo con un ciclón (relatado también en "El piloto y las fuerzas naturales"), la angustia en las escalas frente a la espera de compañeros que se sabe en dificultades de ruta, la muerte de colegas. En Vuelo Nocturno, la muerte del personaje Fabien refleja la desaparición del piloto francés Negrin y de su acompañante en un vuelo nocturno hacia Uruguay, tragedia ocurrida durante su estadía en nuestro país. El libro fue publicado en Francia en 1931 y obtuvo gran éxito, el que fue coronado con el prestigioso Premio Fémina el 4 de diciembre de 1931.
Vuelo nocturno. © Gallimard
Fue traducido inmediatamente al inglés. Los Americanos adaptaron la obra al cine: el film Night Flight, realizado por Clarence Brown se estrena en 1933 con Clark Gable y Robert Montgomery como intérpretes.
El film también se proyectó en nuestro país. Podemos apreciar en el programa del cine Grand Splendid de Bahía Blanca, el slogan de publicidad del film "Vuelo Nocturno, la epopeya de la aviación argentina"
El vuelo permanece rectilíneo y horizontal. Pero se han recibido en las alas esos golpes anunciadores (...) A continuación todo saltó en mi entorno.....
Aprieto mis manos ... Me vacío de mis fuerzas y de mi deseo de luchar ...
Estoy bañado en sudor ... Estoy perdido ....
Fotografía: Clark Gable en Vuelo nocturno. © Gallimard
En estos términos relata Saint-Exupéry su "encuentro" con un ciclón en un vuelo desde Trelew hacia Comodoro Rivadavia. Estos vientos patagónicos eran bien conocidos por todos sus compañeros de la Aeroposta. Durante los tres meses de verano, las habituales ráfagas se elevan a 160 km/ hora. En aquella oportunidad los vientos alcanzaron una inusitada velocidad. En un primer momento fue aspirado hacia el suelo y de esta forma perdió el horizonte. Se puso al abrigo de una colina y luego ganó el mar. Después de ardua pelea logró bajar hacia el sur donde el viento había amainado un tanto. Al llegar a Comodoro, 120 soldados lo esperaban para ayudarle en el descenso. Luego de una hora de maniobras logran colocar el avión en el hangar.
Un sentido a la vida. © Gallimard
La narración completa de este episodio fue publicada en la revista Marianne del 16 de agosto de 1939 con el título "El piloto y las fuerzas naturales" , fue posteriormente incluido en el libro "Un sentido a la vida. Comparable a "Tifón" de Conrad (que Saint-Exupéry cita en su escrito), el relato es una combinación de sentimientos personales y de descripción del paisaje patagónico transformado por el viento.
Según sus propias palabras, trató de reflejar en su desarrollo la experiencia más impresionante por la que había pasado, afirmando que por primera vez había dudado de la resistencia de su avión.
Fue también la revista Marianne la que publicó unos meses más tarde (noviembre de 1939) otro artículo de su autoría titulado "Escalas en la Patagonia".
Se trata de tres episodios que el autor localiza en diversas ciudades del sur de nuestro país: Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado, San Julián.
Como observadores de los hombres, descubre una oposición entre los pobladores de Comodoro Rivadavia y el resto de los pueblos del sur. La compara a la ciudad que Charles Chaplin muestra en la Quimera del oro: "Comodoro Rivadavia no asimila a los hombres" (...), sólo han venido a enriquecerse" afirma al comprobar que el exclusivo objetivo económico, generaba consecuencias nefastas para la ciudad "sin árbol, sin hogar, sin mujeres" acentuando de este modo el panorama de desolación y tristeza provocado por la aridez del paisaje y "la carga de un viento tan pesado que deviene materia"
Antoine de Saint-Exupéry en Río Gallegos (1930) con pobladores patagónicos.
Archivo Oscar Rimondi
En el segundo relato, en cambio, de la gente de los otros pueblos del sur opina: "En ninguna parte he conocido una mejor raza de hombres que la de los argentinos del sur. (...) Estos hombres no soñaban con esquilmar el suelo para volver enriquecidos a su paraíso. Habían venido a establecerse para perdurar, para fundar una raza. No se podría encontrar en otros sitios tanto sentido social, tanto sentido de la solidaridad, ni tampoco tanta serenidad." (...). Habla de ciudades como San Julián y Puerto Deseado donde sus autoridades primero le mostraban la escuela en construcción. "Era siempre un edificio inmenso, el más hermoso, el más nuevo de todos." (...). "Eran bellas estas ciudades que levantaban escuelas y no poseían aún cementerios."(...). La escuela como un símbolo de crecimiento de los hombres.
En el último relato de esta serie, Saint-Exupéry cuenta que una vez visitada la ciudad el Intendente lo lleva hacia las afueras. En esa recorrida, se encuentran con la morada de un leproso. Ni los barcos que llegaban de Buenos Aires cada quince días ni los pocos automobilistas que se aventuraban por las rutas habían querido trasladar al desdichado ser. La ciudad entonces, le había donado una casa con un campito para que pudiera vivir decorosamente hasta el fin de sus días. El relato es patético: se trata de un hombre vencido por la enfermedad que sólo demostró un mínimo interés al mirar el mar durante un corto instante antes de reingresar a su casa.
Yo había esperado verlo dirigirse contra nosotros para gritar desde el fondo de su miseria la deuda de la humanidad libre hacia él. Ni siquiera nos había mirado. (...) Había alcanzado una paz inhumana.
Este recuerdo estuvo sin duda en la génesis del capítulo XXVI de "Ciudadela", donde Saint-Exupéry también relata la vida de un leproso pero en un entorno de ficción. Al comparar los textos se puede apreciar un total similitud entre ambos.
Elal y la evasión del Principito
Es bien conocida la imagen del Principito y su evasión con una bandada de pájaros salvajes. Según el Doctor Bernardino Montejano en su libro "Aproximación al Principito", no sería nada imprudente imaginar que, durante sus largas noches en la Patagonia, Saint-Exupéry hubiera escuchado las leyendas que por allí abundan.
Entre esas leyendas se encuentra la del dios de los Tehuelches, Elal que llegó a la Tierra protegido por las alas de un cisne. Cuando se retira de nuestro planeta, una vez cumplida una serie de misiones, lo hace con una bandada de cisnes. Resulta entonces plausible pensar que esta imagen pudo haber influido en el vuelo del Principito, su personaje de ficción más famoso.
Podemos apreciar que nuestra Patagonia no pasó invadvertida para Antoine de Saint-Exupéry. Tanto sus experiencias como piloto como el contacto directo con la gente del sur quedaron imborrables en su recuerdo las que fueron luego plasmadas en sus creaciones literarias.