Galpones enormes llenos de pinturas y esculturas producto de materiales en desuso bordean las vías del ferrocarril en Retiro. Aquello que tirado por la ciudad no es otra cosa que restos de basura allí dentro se transforma en belleza porque esos deshechos toman otras formas: aviones, trenes, mujeres, hombres, jirafas, flores. Entonces aparece el espíritu del artista. El mismo Carlos Regazzoni en persona recibe a sus visitantes dabdo alaridos en francés.Nos dejó, literalmente, con la boca abierta. Y sin esperar una pregunta arremete:
"Recuerdo que estaba inspirándome, cuando quise ser artista, tenía más o menos la edad de ustedes y pensé:'¿Para qué voy a pintar flores, macetas, o... modelos?' No me parecía que tuvieran mucho universo. Yo nací en Comodoro Rivadavia, en la Patagonia, y allí volé en uno de los aviones en que voló Antoine de Saint Exupéry ¿Saben que Saint Exupéry fue uno de los que abrió la ruta a la Patagonia? En aquella época no había nada, todo había que inventarlo. No se sabía cómo era la forma de un avión, se le acoplaban alas a los motores de un camión, o a barcos. Así nacieron los famosos hidroaviones. Era todo un trabajo de inventiva inmediata y el piloto volaba; algunos se mataban y los que lograban sobrevivir contaban luego los problemas que tenía el avión, y el modelo siguiente era modificado. Entonces yo me dije:"-Voy a pintar la historia de esos hombres que lucharon sin nada y todo lo hicieron porque no había rutas, no había pistas, no había luces, no había nada". Y así fue como descubrí a Saint Exupéry, aunque él no se consideraba un piloto. Yo laburo con este tema que me parece extraordinario. "- ¿Se dan cuenta lo fantástica que es la aventura de estos 'monstruos del aire'?"
Y decidiste hacerlo con materiales en desuso ¿Por qué trabajás con esos materiales?
Porque pertenecen a la era de la Revolución Industrial, que presenció la mayor morfología de los elementos. Basta ver cualquier construcción inglesa de principios de siglo para observar el sentido de belleza y trascendencia de las cosas. No se fabricaban elementos para que duraran horas o días, eran para la eternidad, por esto tienen un gran peso de conciencia propia y una morfología muy poderosa, están hechos con ganas.
¿Por qué elegiste trabajar con mayor énfasis en la escultura?
Bueno, de chico quería ser escultor porque pensaba que los pintores eran medio tontos, estúpidos...¡ qué se yo!. Con el tiempo me di cuenta que era una idea mía que no tenía nada que ver. Pero bueno, siempre trabajé con mi papá en el taller; me crié entre máquinas, fierros. En mi opinión, la escultura tiene una visión prepotente de la vida. A veces veo una pintura...y me parece que la escultura es mucho más viril, aunque no quiera decir mucho esto, la siento más poderosa. Además me gusta cortar fierros, trabajar con las manos y la escultura me dio esa gran posibilidad. El artista siempre utiliza la mayor cantidad de elementos a su disposición, todo sirve. Yo no puedo decir que no puedo ser escultor porque no tengo cemento. La idea de la escultura es una idea abarcativa, entonces podés hacer siempre. Líbero Boadie les decía a sus alumnos: "-No lloren, déjense de joder, miren...." (Regazzoni sopla). Eso es una escultura" Por el soplido ¿no? Basta visualizar el soplido. Yo hice una línea, un círculo, puse una rayita. El sentido estético está ligado al pensamiento aunque no se queda en el pensamiento; por eso el arte no sirve para nada. Una taza tiene un sentido práctico y una taza en un principio es una obra de arte también, pero muere cuando se le adjudica un sentido utilitario. El arte abre el corazón, el alma de las personas, de tal manera que no sé para quién, para qué carajo sirve. No sirve para nada pero me vuelve loco...¡ Qué se yo! Entonces las personas se sienten potencialmente maravilladas a partir del sentido de la belleza que es sí capital y patrimonio del arte.
¿Cómo llegaste a este taller del ferrocarril?
Trabajando en la vida, en las ideas. Las ideas no sirven si uno no las lleva a cabo, no las hace visibles. Trabajando fui invadiendo espacios públicos, y así fue como conseguí estos talleres, se los robé al sistema.
Se siente muy a gusto aquí rodeado de trenes, de vías, de fierros...
A mí me interesó siempre el tren porque fue la primera epopeya de la humanidad y porque pertenece a la era industrial. Después vino la aviación. A partir de estos dos grandes medios de comunicación, los pueblos fueron perdiendo intimidad, fue posible conocerse entre japoneses e irlandeses, ya que se achicaron las distancias. Además, se trata de una idea política muy poderosa. Es social y al mismo tiempo bello, no hay nada más lindo que ver volar un avión o ver pasar un tren. Produce una magia realmente repotente.
¿Cuál de tus obras preferís?
Bueno, en realidad no prefiero ninguna. Es más, a veces todo me parece basura. Pero los aviones me gustan.
¿Cuál es la que te parece que tuvo más impacto?
Los Petrosaurios de la Patagonia.
¿Y por qué creés que fue así?
Porque fui pícaro. Propuse la idea de reciclar materiales contaminantes a una empresa petrolera y se me escuchó. Además les pedí por favor si podíamos dejar los trabajos en el medio del desierto, no en un parque ni en una ciudad sino que estuvieran en el lugar que habitaron los dinosaurios hace 100 millones de años. Y es así que hoy están en el medio del desierto.
¿Considerás que el arte tiene alguna finalidad más allá de lo estético?
No, el arte no sirve para nada, salvo para abrir el corazón de las personas, para llevar a los contempladores a un camino tan trágico que es la única posibilidad de descubrir la genialidad oculta en cada uno de ellos y en el resto de los seres de este mundo. Además es un camino poderoso para encontrar el sentido de la belleza.